
14 Ago Glándulas anales en perros: tratamiento y prevención
Es posible que en alguna ocasión hayas visto a tu perro intentar lamerse el ano, patinar con el trasero o haya tenido heridas cerca del ano. Aunque no es la única causa, estos síntomas pueden estar provocados por una impactación de las glándulas anales.
En esta ocasión te contamos lo que debes saber de estas glándulas y de las enfermedades que les afectan.
¿Qué son las glándulas o sacos anales?
Se trata de unas estructuras, ausentes en el ser humano, que se encuentran a ambos lados del ano, internamente. Producen una sustancia aceitosa y maloliente que se acumula en una especie de bolsita y se expulsa a través de un pequeño orificio, similar a los orificios lagrimales, que se sitúan a las 5 h y las 7 h, si nos imaginamos el ano como si fuera un reloj.
Al defecar, las heces presionan estos saquitos y se expulsa una pequeña cantidad de esa secreción, que contiene información sobre la edad, el sexo y el estado de ánimo del animal. De esta forma, dejan información valiosa para otros animales, cuando olfatean las heces o el tercio posterior del animal.
¿Qué enfermedades afectan a las glándulas anales de los perros?
Aunque estas glándulas puede ser asiento de tumores muy graves en perros, sobre todo machos, lo más habitual son las impactaciones, infecciones y abscesos.
Las impactaciones se producen cuando, por diferentes motivos, el contenido de las glándulas se queda retenido dentro y no puede salir al exterior con las defecaciones. Esto puede ser debido a que las heces sean demasiado blandas y no presionan suficiente estas “bolsitas” o porque el contenido sea demasiado espeso y no pueda salir por su orificio natural.

¿Cuáles son los síntomas de problemas en las glándulas anales?
Cuando los sacos anales se obstruyen o se inflaman, suelen producir picor, sensación de pinchazos y mal olor. Cuando se infectan, se produce inflamación, dolor y fiebre.
Debes consultar a tu veterinario si tu perro tiene alguno de estos síntomas:
–Arrastrar el trasero. Es uno de los signos más comunes, en un intento de rascarse y vaciar el contenido aplicando presión.
–Lamerse la parte posterior. Es otro signo de incomodidad, picazón o dolor. En ocasiones, el lamido no es exactamente en el ano, si el animal no se alcanza, por ejemplo por obesidad o por problemas articulares.
–Hinchazón o enrojecimiento de la zona lateral del ano. Puede pasar desapercibido en perros de pelo largo y sucede cuando ya se ha inflamado o infectado la glándula. En caso de no detectarse a tiempo, la piel puede reventar y producir una fístula justo al lado del ano.
–Olor desagradable, como de pescado rancio, bien del animal o de su cama; ocurre cuando la glándula está muy llena y rebosa alguna gotita, manchando el pelaje o las zonas donde se sienta.
–Dificultad para defecar; normalmente por el dolor que provoca el paso de las heces contra la glándula inflamada.
Diagnóstico y tratamiento por el veterinario
El diagnóstico de enfermedad de los sacos anales es relativamente sencillo. Unido a los signos clínicos, suele ser suficiente una exploración rectal. Si bien esta debe ser realizada por un profesional, puesto que en manos inexpertas, como peluqueros, auxiliares o el propio tutor, se puede provocar una inflamación de las glándulas que agrave el proceso.
Sólo en caso de sospecha de que pueda haber un tumor puede ser necesario realizar una citología del contenido de la glándula, una punción con aguja fina o una biopsia, así como un estudio radiográfico de los ganglios sublumbares, principalmente.
El tratamiento depende de la gravedad y extensión de la patología. Puede ir desde un simple vaciado manual y aplicación de pomada antiinflamatoria en el interior de la glándula hasta drenaje y desbridado quirúrgico de los abscesos, con tratamientos inyectables o por vía oral de antibióticos o antiinflamatorios.
Como novedad, en nuestra clínica incorporamos la fototerapia* en el tratamiento de esta enfermedad, con muy buenos resultados, acortando el tiempo de curación a menos de la mitad del tiempo habitual sin esta terapia lumínica.
En casos recurrentes y graves, puede ser necesaria la extirpación quirúrgica, pero siempre es la última solución, puesto que la cirugía es complicada y con un alto riesgo de que se provoque incontinencia fecal como secuela.
¿Se puede prevenir la inflamación de las glándulas anales?
Cierto es que algunos animales tienen problemas en una o ambas glándulas anales de forma esporádica, a veces alternantes. Pero en otros, es un problema recurrente.
Especialmente en estos animales hay que conseguir que las heces sean bien formadas, ni blandas ni demasiado duras. Esto se consigue con alimentos de alta digestibilidad y, en ocasiones, dietas altas en fibra o con fibra añadida al alimento.
Cualquier episodio de diarrea, debe ser tratado lo más rápido posible. Si el animal es propenso a esta patología, el veterinario debe hacer una exploración rectal para determinar la salud de las glándulas.
El ejercicio regular estimula el movimiento del intestino y el vaciado natural de las glándulas, además de prevenir el sobrepeso, que ha demostrado ser un factor predisponente.
Por supuesto, la higiene de la zona anal, especialmente en animales de pelo largo. Sin olvidar, que algunas intolerancias alimentarias y algunos tipos de alergia pueden producir picor en la zona anal e inflamación de estas estructuras.
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